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Árbitros expuestos: agresiones en el fútbol argentino

Uno los puede identificar vestidos de negro, verde, amarillo o naranja. El mapa de calor de un partido los muestra siempre por el tercio central del césped. Por allí se desplazan para impartir justicia. Los árbitros, tan indispensables para el fútbol profesional y amateur como los propios jugadores y el balón.

Sin embargo, en nuestro país cada vez más referis viven situaciones desagradables de agresiones verbales, e incluso físicas, tanto de espectadores como de los mismos jugadores. Pablo Latorre es árbitro nacional de la AFA y se desempeña en la Liga Paranaense de Fútbol. En el partido por la sexta fecha del torneo, entre Instituto y San Miguel, intentó separar un tumulto cerca de la línea lateral. Luego de amonestar a un jugador por protesta desmedida, éste continuó amenazando a Latorre, lo que ameritó la expulsión del jugador. Luego de mostrarle la roja, el futbolista intentó golpear con el puño al juez hasta que fue separado del tumulto. No obstante, luego de retirarse rodeó a la muchedumbre para golpear a Latorre con una ‘plancha’ en la espalda. Después de caer al piso, Pablo recibió otra fuerte patada a la altura de la cadera. El árbitro siguió tendido en el piso hasta poder recuperar fuerzas; partido suspendido. Dos violentas acciones que no quedaron impunes: semanas después, ambos futbolistas del conjunto local -Instituto- fueron sancionados con seis años de suspensión, además de haber sido denunciados por el propio Latorre.

“El incidente me dejó una sensación de inseguridad, de que constantemente estamos expuestos ante cualquier tipo de situación como ésta. Lamentablemente, analizandolo bien es muy difícil que esto algún día se termine. Más que nada en la sociedad en la que vivimos”, comenta Latorre. “Son un montón de factores. Sociales, políticos, económicos, todo influye. Como digo siempre, la gente va a la cancha y en vez de de ir a disfrutar del partido parece que solamente van a insultar al árbitro y a la terna arbitral y como que ahí se descarga toda la ira, la locura y las malas ondas que tienen; la descargan contra uno. Y eso se transfiere a los jugadores. A veces cuando uno dirige categorías infantiles también reaccionan como lo hacen por un montón de factores como los que menciono”, agrega.

Al ser consultado sobre la calidad del arbitraje argentino, consideró que tienen un muy buen nivel, incluidos los jueces del interior. “Sin ir más lejos, este fin de semana el árbitro de la final del Mundial es argentino (Néstor Pitana, Misiones)”, ratifica. Sin embargo, el buen nivel de los árbitros no suele estar acompañado en situaciones críticas por la asociación o liga que corresponda: “En estas situaciones todo el mundo te llama, te apoya y cosas por el estilo. Pero cuando vas a la vía legal por ahí como que algunos empiezan a mirar para otro lado, no quieren hacerse cargo de nada y se torna un poco difícil. Pero mayormente te sentís apoyado y generalmente se sale adelante con el apoyo de la gente”.

Las agresiones, además de verbales o físicas, se traspasaron también al ámbito digital. Alejandro Arnoletti es periodista, trabaja como columnista deportivo en Radio Sí y en las redes sociales de Rosario Plus. A través de su mirada sostiene que “las redes sociales pueden reflejar lo bueno o exacerbar lo malo. En el caso del fútbol, la violencia utilizada detrás de un teclado o una pantalla de celular más la posibilidad que brinda el anonimato lleva a los usuarios a injuriar, amenazar o ’trollear’.” Y agrega: “Si bien en este caso no hay agresión física, sí hay otro tipos de perjuicios que pueden ser tan o más dolorosos que una trompada”.

Para Arnoletti la calidad del arbitraje en el país es regular, al menos en las competiciones de fútbol de seguimiento masivo, con equivocaciones en cada fin de semana de juego. “Como ocurre en todas las profesiones hay mejores y peores árbitros, pero con la rapidez con la cual deben tomar decisiones el riesgo a equivocarse se incrementa”, opina. Quien sí coincide con Pablo Latorre sobre el buen estándar de los árbitros argentinos es Cristian Ferreyra. Es entrenador de categorías inferiores del Club Social Lux, de Rosario. A cargo de la 6ta división, sostiene que no ve un claro trabajo a conciencia desde la coordinación hacia los directores técnicos o jugadores sobre cómo debiera ser el comportamiento dentro del campo de juego. A raíz de esto, “tiene que nacer de los propios DT hacerles saber cómo comportarse con los árbitros durante un partido”.

Los diferentes factores -sociales, políticos, etc.- que se han mencionado desde luego influyen en las agresiones. A esto también debemos sumar el fanatismo, como un componente clave también. Dentro y fuera del alambrado encontramos rasgos de fanatismo, en espectadores, entrenadores y jugadores. Éste excede lo individual, siendo un efecto dominó que hace perder la objetividad y se muestra como violencia organizada. Donde uno agrede, el resto se suma. El psicólogo español Federico Javaloy, en su tesis doctoral sobre fanatismo, plantea que “la idea propia del fanático se caracteriza por ser absoluta, infalible, eterna, predestinada a vencer”. En línea con esa idea, el fanático percibe qué es justo y qué no lo es en base a sus intereses. El cóctel de este ingrediente con los demás factores, por ende, puede derivar en agresiones que partan desde cualquier sector del campo de juego.

El conservadurismo del fútbol, en especial el argentino, lo único que está logrando es postergar posibles soluciones para esta problemática. Herramientas como el VAR (árbitro asistente de video), jueces de línea en las áreas -usados por la UEFA- o el sistema de detección automática de goles, pueden ayudar a tomar mejores decisiones o enmendar errores de un juez. Sin embargo, tardarán en incorporarse en el país y es poco probable que se difundan por el interior y las ligas inferiores. Por lo tanto, los árbitros siguen expuestos a agresiones de jugadores o del público.

Una herramienta que puede resultar sumamente útil, e incorporar con relativa rapidez, es inculcar el respeto por las autoridades como parte de la filosofía de formación de jugadores. Tal es el caso del rugby o el hockey sobre césped.

Fernando Guerrero es coach de referees de World Rugby y actualmente oficial de desarrollo de referees de la Unión de Rugby de Rosario. Su opinión sobre las agresiones a colegas del fútbol no difiere de la amplia mayoría, total repudio. Describe al árbitro de rugby como “principalmente un jugador o ex jugador que siente que puede seguir ayudando al deporte desde ese lado, ya sea por recreación o porque quiere hacer carrera en el arbitraje. Por ello trabajamos con personas que conocen el juego, eso es un gran paso ya que nos permite que, con un conocimiento profundo del reglamento de juego, podamos capacitarlos en los distintos cursos y charlas que se realizan en la Unión”. Además de trabajar arduamente en capacitación, el otro pilar es lo que se trabaja en los jugadores: “La metodología que se aplica para la prevención viene de la mano de la cultura y filosofía del juego. Desde chicos se les inculca a los jugadores que el referi siempre tiene razón y que es la máxima autoridad del partido. Además existen sanciones muy duras para aquellos que insultan o agredan de hecho a un referi, que se aplican y se deben cumplir. Esto se sabe y desalienta, por así decirlo, a quien quiera infringir las leyes. Más allá de que el rugby se ha metido de lleno en la era profesional, ha mantenido el espíritu y las tradiciones del juego recreativo”. A pesar de que el deporte es cuestionado últimamente por la disolución de algunas cualidades tradicionales a este deporte, Fernando Guerrero se mantiene positivo: “Mientras esto se respete, todo el mundo sabe que el referee puede llegar a equivocarse, como se equivoca un jugador también, pero no va a ser con mala intención”.

El hockey sobre césped es otro deporte en donde el acatamiento es total exceptuando casos de gran controversia. Allí, el hockey se apoya en los dos árbitros. Ambos se reparten porciones iguales de terreno donde toman cada uno sus decisiones. Esto se debe a la velocidad de la bocha, en dos segundos puede recorrer 60 metros. Un árbitro, en caso de duda, puede consultar a su colega. Más allá del fallo, no se registran incidentes que involucren agresiones físicas de espectadores o jugadores.

Fernando Gómez es ex árbitro internacional de hockey y actual asistente de manager de árbitros de la Federación Panamericana. Al respecto de las agresiones en el fútbol opina: “Yo no soy futbolero. Pero si entiendo sobre la figura del árbitro, sea del deporte que sea. La verdad es que el referee de fútbol vive una realidad distinta. Arbitran el deporte más popular que tenemos los argentinos y trabajan con estadios colmados de espectadores y tanto los jugadores como ellos son profesionales. Es inaceptable para mí, que una persona cumpliendo con su trabajo, reciba agresiones físicas, amenazas e insultos. Hay un alto grado de violencia. La popularidad y el gran volumen de dinero que mueve el fútbol son para mí dos grandes factores que hacen que las presiones que reciban sean muchísimo mayores al resto de los colegas de otros deportes. En lo particular, los admiro”.

En cuanto a las metodologías aplicadas por las asociaciones para preparar y prevenir, indica que no hay metodología específica, ya que las agresiones se basan en impulsos humanos, a veces difíciles de visualizar. Sí trabajan arduamente para unificar criterios, y para preparar a los árbitros en cuál es la mejor manera para controlar un partido, darles las herramientas necesarias para evitar llegar a situaciones extremas. “Pero no todo depende de ellos, sino que los factores externos son primordiales en cuanto a agresiones”, agrega.

La velocidad con la que el fútbol cambia es cada vez mayor. Mejoras en los rendimientos físicos y cambios tácticos con el entrenamiento de la técnica han pulido un deporte que es cada vez más dinámico. Los árbitros no quieren quedarse atrás del proceso, por lo que realizan continuas capacitaciones. No obstante, la velocidad del deporte, el fanatismo y los factores previamente mencionados, siguen dejando expuestos a los árbitros como chivo expiatorio en caso de derrota. Es necesario que el fútbol abrace aún más a este rol, tan indispensable como cualquier jugador.