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Los Tigres del Gráfico ofrecen deporte para la inclusión

En septiembre de 2015, quizás sin saberlo en ese momento, tres padres -entrenadores de rugby del Jockey Club de Rosario- comenzaban a formar Los Tigres del Barrio Gráfico. Mientras entrenaban a sus hijos en un anexo del club, lindante al barrio de la zona oeste, vieron a un grupo de chicos trepados al alambrado gritando. Nicolás del Campo, Joaquín Pascual y Luciano Jáuregui se acercaron al perímetro y en lugar de sacarlos con la seguridad del club, les preguntaron si les gustaría comenzar a entrenar; ellos mismos se harían cargo. Afortunadamente, la respuesta fue positiva y quedaron en comenzar la semana siguiente. La sorpresa fue grande al ver la convocatoria del sábado posterior, con diez chicos dispuestos a comenzar.

Ese primer brote se transformó y ese grupo inicial se convirtió en el equipo de rugby Los Tigres del Gráfico. Además, se creó una asociación civil homónima para seguir ayudando a los jóvenes del barrio a través del deporte. La ONG también incorporó la práctica del hockey y manualidades en el correr de sus tres años de vida, además de expandir sus actividades a los barrios Santa Lucía y Empalme Graneros.

“Entre los chicos que hemos entrenado y los que están en Caranchos (jugando al rugby) hacemos una cuenta de entre 300 y 400 chicos que han pasado en el lapso de estos tres años por las distintas actividades: rugby, hockey y las manualidades”, señaló Rómulo Bertoya, secretario de la ONG. En sus inicios, cuando el proyecto necesitaba voluntarios él lo abrazó como propio y tomó ese rol. Añade que en un principio fueron un grupo de cerca de diez voluntarios en barrio Santa Lucía y Gráfico. Hoy en día participan entre 40 y 60 sumando a Empalme Graneros.

Desde un principio, para Bertoya el objetivo fue lograr una mayor inclusión social de los jóvenes del barrio, para ello distingue dos componentes básicos de este proceso. “Concebir el deporte como herramienta de transmitir valores principalmente. Independientemente de qué deportes se hagan, hay ciertas cuestiones que el deporte en grupo te inculca, el trabajar en equipo, el esfuerzo y el sacrificio”, señala sobre el primer paso. En cuanto a la segunda instancia, indica: “Ese mismo lenguaje en común que el deporte nos pone a todos, ese encuentro en la cancha. Cuando vos podés insertarte dentro de una estructura formal podés interconectarte con cuestiones sociales distintas. Entrás dentro de una estructura formal de un club que tiene presidente, es un paso a reinsertarte en una sociedad que muchas veces los deja excluidos”.

Del segundo componente se desprende uno de los objetivos principales de la ONG: las becas deportivas. Luego de medir aptitudes, compromiso y responsabilidad, a los chicos se les ofrece la posibilidad de comenzar a entrenar en un club: “Nosotros creemos que el camino para la inclusión deportiva es ese. Nuestro objetivo es que la mayor cantidad se puedan insertar en un club formal. O que la mayor cantidad de chicos puedan haber aprendido los valores del deporte”.

Uno de los chicos que se sumó al equipo desde el inicio -y estuvo en el alambrado- es Aarón Villalba. Hoy en día es jugador de rugby y capitán de la categoría M15 del Club Los Caranchos. “No me interesaba mucho el rugby, no lo entendía mucho. Hasta que un día me acerqué al alambrado de Jockey y miraba como entrenaban los chicos. Fui por curiosidad y me dio ganas de practicar, de ver como funcionaba ese deporte. Me empezó a gustar y así fue como conocí a Los Tigres, a través de un alambrado”, señala el capitán. Aarón también fue uno de los encargados de bautizar al equipo, luego de que los entrenadores le pidieron a él y cinco compañeros que idearan un nombre. La llegada de Villalba a Caranchos fue sorprendente para él: “Fue algo muy bueno, que me impactó, porque yo antes de ese alambrado, no sentía nada por el deporte. Unos días después, yo me daba cuenta que me empezó a gustar. El tackle, amo el tackle, siempre me gustó tacklear. Me agarró una pasión y le empecé a meter. Todos los días empecé a entrenar por mi cuenta, a salir a correr. Después iba a Los Tigres a mostrar lo que entrenaba. Cuando pisé Caranchos, no podía creer adónde estaba, lloraba, estaba tan contento, me sentí como una persona nueva entrando a un club competitivo”, expresa Aarón.

Desde su creación, Los Tigres del Gráfico entrenan los sábados por la mañana, desde las 10 hasta las 12. Una vez por mes, en la plaza del barrio Santa Lucía suelen juntarse los equipos de los tres barrios de la iniciativa para amalgamar el juego en equipo, ya que todos compiten en un mismo equipo. Luego de una arenga inicial -que finaliza con un: ¿Qué somos? ¡Tigres!- comienza la entrada en calor. Continúan con ejercicios con la pelota ovalada para finalizar con un partido o tocata.

La práctica del rugby, al igual que otros deportes, trae beneficios a nivel físico. Martín Santi, preparador físico de la Primera División del Jockey Club de Rosario, señala: “Los niños que juegan al rugby desarrollan más rápidamente sus habilidades motrices, la rapidez, la resistencia y la coordinación. La concentración también se ve favorecida en este deporte que requiere mucha atención. Una de las características de este deporte es que los jugadores corren hacia delante, pero tienen que pasar la pelota hacia atrás. Esto hace que los niños aprendan a manejar la coordinación espacio temporal de una forma inusual. La agilidad es otro de los beneficios físicos que aporta el rugby, así como un desarrollo saludable de la musculatura del niño”.

Uno de los grandes perjuicios sobre el rugby es la tendencia a lesionarse por ser un deporte de contacto. Sin embargo, Santi sostiene que el rugby implica cierta disciplina y la necesidad de seguir las normas a rajatabla para evitar las lesiones. De esta forma, los niños aprenden desde pequeños a responsabilizarse de sus acciones y a calibrar las consecuencias de sus actos. “Deberíamos pensar en la práctica del rugby como formativo a edades tempranas, teniendo como premisa la formación general del niño como deportista y no sólo como jugador de rugby. Las leyes son claras y proponen una progresión en cuanto a la intensidad del juego que haga que el contacto sea controlado. Trabajaría en situaciones de tocata o sacar cintas para ir pensando en un contacto natural tratando que el niño no se frustre y se vaya sacando el temor a la situación de tackle o contacto”, propone Santi.

A nivel psicológico el deporte también resulta beneficioso. Si tenemos en cuenta que la asociación civil busca como objetivo la inclusión social, desde el deporte se puede brindar contención y dar bienestar. Ernesto Lucero es psicólogo y brinda su mirada: “En los estudios en líneas generales, los que hacen deporte en comparación con los que no hacen tienen menores niveles de depresión o probabilidades de desarrollar depresión por ejemplo. También hay una reducción en las emociones relacionadas con el estrés como la ansiedad. Por otro lado, mejoran las habilidades sociales, sea un deporte de equipo o individual, ya que estás en contacto con otros y también puede colaborar para la mejora del autoestima, que en edades tempranas es muy importante”. Además, el hecho de practicar un deporte desde chico, lo que hace es aumentar las posibilidades de que se siga practicando de adulto, lo que tiende a llevar a cabo un estilo de vida saludable.

Para Lucero, a través de la práctica deportiva se establecen vínculos que pueden crear lazos entre los miembros del grupo y así fortalecer la figura de las personas. Y también a través de esto se fortalecen muchos valores como el autoestima, responsabilidad y compromiso. Esto logra que las personas sientan que son pertenecientes al grupo. “Somos seres sociales que estamos insertos en una sociedad y necesitamos de los demás. Hay una necesidad de aceptación. Esta es una edad donde se está formando la personalidad, entonces si nos sentimos integrados y reconocidos, obviamente nos vamos a sentir más seguros, más valorados y obviamente vamos a mejorar el autoestima. Jugar en un equipo hace que la angustia, la ansiedad, los sentimientos de soledad, el miedo, el rechazo y el aislamiento, que son manifestaciones muy comunes en la persona que se siente excluida, hace que sean minimizadas y que el niño pueda sentir otras cosas”, enfatiza Ernesto Lucero.

Los Tigres del Gráfico llevan una corta vida de sólo tres años y ya han logrado generar un sentido de pertenencia en el barrio. Más allá de sus objetivos deportivos con los chicos, Rómulo Bertoya sostiene que en el mediano y largo plazo plantean una mejora en la organización, sistematización del trabajo y conseguir más recursos para lograr la sustentabilidad. También hace hincapié en la importancia de las ONG en nuestra sociedad: “Logran que el ciudadano de a pie se pueda transformar en un agente de cambio y que quiera él tomar herramientas con las que cuenta para intervenir en algún aspecto a la sociedad que le duele o que no le gusta. En nuestro caso somos todas personas de deporte. El deporte nos forjó, nos formó, nos dio mucho y ese es nuestro aporte. Nosotros creemos y estamos convencidos por cómo el deporte lo hizo en nosotros, que eso puede ayudar a otros chicos que a lo mejor no tienen la posibilidad de poder encontrarse con una práctica formal de un deporte”.